El cambio.
En el presente post voy a hablaros del cambio personal.
Seguro que muchas veces has escuchado esta frase: “yo
es que soy así, y no puedo cambiar”, incluso puede que tú mismo la hayas
pronunciado en alguna ocasión. Ahora bien, ¿Realmente crees que una persona no
puede cambiar? ¿Estás convencido de que los pensamientos y creencias de una persona no pueden cambiar? ¿Tienes
la certeza de que cuando estás acostumbrado a hacer algo de una determinada
manera es imposible cambiar? Pues bien, siento decirte que es posible que te
equivoques.
El cambio
es posible, nadie dice que vaya a ser fácil, puesto que supone recorrer un
largo y costo camino, pero se puede. Ahora es posible que estés pensando que me
equivoco…y quizá tengas razón, pero voy a ilustrarte esto que digo con ejemplos
para que me entiendas. Es probable que conozcas a algún adulto que de pequeño
lloraba constantemente y ahora no, o que en clase fuera el alumno más “movido”
y ahora sea un adulto calmado, o sencillamente a alguien que de pequeño era
bastante “impertinente” y ahora es un adulto con una educación y saber estar
envidiables. Seguramente pienses algo así como: “ya pero es que ha aprendido a
comportarse, a no llorar, a actuar como un adulto…”. Nada más lejos de la
realidad, ha aprendido, ha cambiado y como en esos casos, una persona pesimista
por ejemplo, también puede aprender a ser una persona optimista y cambiar.
Supone esfuerzo sí, pero en los casos anteriores los niños no cambiaron de un
día para otro, fue después de años de entrenamiento, de regañinas de sus padres
y profesores, de enfados, castigos…Un adulto también puede cambiar, aunque para
ello no haga falta que tus padres te dejen sin postre o la profesora no te deje
salir al patio con tus amiguitos. El cambio adulto tiene otros componentes y
supone situaciones diferentes, pero en contra de lo que muchos piensan, con esfuerzo, es posible.
Ahora es posible que digas: “ya pero los
pensamientos y creencias no se pueden cambiar, cuando uno está convencido de
algo…”. Quizá tengas razón, pero te invito a pensar en los reyes magos, el
coco, el ratoncito Pérez y otros “amigos” de nuestra infancia. Durante años
creíste en ellos y seguías el mismo ritual: escribirle cartas, dejar dientes
debajo de la almohada…pero eso cambió. Por esto, te invito a abrir la
mentalidad, a creer que el cambio, puede que exista (y cualquiera puede
llevarlo a cabo con un poco de esfuerzo).
Seguramente hayas escuchado hablar de las emociones
negativas y de los pensamientos negativos que los producen.
En nuestro día a día nos suceden varias cosas,
hechos que producen unos pensamientos (positivos o negativos) y que, dependiendo de cómo sean estos, serán
las emociones que nos generen (positivas o negativas).
Por tanto, podemos decir que:
“El problema no es el problema, el problema es la
actitud que adoptemos frente al problema”.
Para cambiar no solamente debemos tener en cuenta
nuestros pensamientos, sino también las distorsiones cognitivas, las creencias
irracionales y otros aspectos que iremos analizando poco a poco.
En el siguiente post, veremos pautas para aprender a
cambiar los pensamientos negativos a positivos.
Espero que os
haya resultado útil.
Ya sabéis,
preguntas y sugerencias en: